domingo, 17 de noviembre de 2013

¡Qué paradoja!

Reconozcámoslo, nos cuesta mucho pedir ayuda. Y es curioso, porque nos sentimos muy bien cuando somos nosotros los que la prestamos. ¡Qué paradoja!. Cuando la damos nos sentimos útiles, valorados, capaces, y que estamos haciendo algo hermoso. Cuando necesitamos ayuda nos sentimos incapaces, que no valemos, inútiles, y hasta podemos llegar a sentir vergüenza. Por ello tendemos a ocultar nuestros problemas y necesidades, e intentamos resolverlos solos. Sepamos ver la maravilla en la ayuda que se nos presta. Renunciemos a nuestro tonto orgullo, y agradezcamos esa mano amiga que se nos tiende cuando la necesitamos. Sepamos pedirla. Sintámonos acompañados. No estamos solos. Permitamos que los que nos quieren, nos den la mano cuando nos sentimos perdidos. Todo puede ser más llevadero y ligero cuando es compartido, cuando nos sentimos acompañados.

Psysi 

1 comentario:

  1. Raquel Giner Navarro12 de febrero de 2014, 1:35

    Antes si que sentía vergüenza de estar mal, me veía débil pero luego me pregunto...Vergüenza y debilidad de que? Somos personas, y todos hemos sentido felicidad, alegría, ...y por supuesto hemos estado hundidos en el peor de los infiernos, y me he dado cuenta que cuando alguien está bien hay que ayudarle a q no caiga y cuando está hundido ayudarlo a salir de ahí.
    Ahora ya no siento vergüenza, ni siento que sea débil, como todas las personas pasamos por épocas malas pero todo pasa, nada es para siempre aunque no veas el final del camino, si siembras cada día un poquito tarde o temprano llegará, estoy segurísima; Y si no llega será porque algo mejor te espera y eso no te convenía para nada. Y es ahí cuando te das cuenta de lo fuerte que eres y lo que eres capaz de hacer aun no teniendo fuerzas para nada y sientas que no puedes más; y te das cuenta que si algo quieres nada tiene limites,

    Te das cuenta que no hay que avergonzarse porque te hace crecer personalmente, madurar, ser más humilde y como de algo negativo también sacas algo positivo, aprendes a valorar la vida, a verla de otra manera, a ser feliz a pesar de todo porque solo tu eres el dueño de tu vida y aprender a escoger aquello que te hace bien, ayudar a quien en tu momento de felicidad necesita una mano amiga...Aprender a convertir en realidad lo que la gente decía que no ibas a poder hacer...

    Está claro que hay días de agotamiento y que estás mal pero no hay que mantenerse ahí, ni seguir el juego a ese estado anímico... Hay que salir de ahí porque un nuevo día es una nueva oportunidad para ser feliz y llegar a ser lo que deseas...


    La gente que se ríe de que alguien está mal, tiene todavía un largo camino por aprender.

    María Isabel Navarro tengo que contarte como ha cambiado mi vida, gracias a tus consejos y a mi poder de elección.

    Un saludo!


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