miércoles, 24 de noviembre de 2010

Una bombilla que cambiar.


Antes de ponernos a pensar en cómo arreglar el mundo, deberíamos darnos una vuelta por nuestra propia casa. Puede que haya alguna bombilla fundida que tengamos que cambiar. Alguien que necesite un abrazo, o más atención. Una pequeña ayuda en la cocina. Unas palabras de ánimo. Un rinconcito para poner paz. Un momento para pedir perdón. ¡Una casa tiene tantas cosas que arreglar!. Y si lo piensas, es una buena forma de empezar a arreglar el mundo.
PSYSI

8 comentarios:

  1. Empezar por nosotros mismos y también por aquello que nos rodea . Ser cada día mejor persona e intentar hacer el bien a los mas próximos . Poco a poco , fijándonos asequibles metas . Ya sabes , un pequeño paso para el hombre pero ...

    ResponderEliminar
  2. E intentar cambiar a los demás pues creo que es posible y es que en mi casa cambio todas las bombillas y hago todas las chapuzas y arreglos por lo que debemos decir que ya está bien y que éllas se ocupen también de algunas cosas pues me pongo a enumerar que si el jardín , que si pintar , que si los coches , ... y digo que le han dado la vuelta a la bombilla digo a la tortilla .

    ResponderEliminar
  3. Si es posible cambiar a los demás también lo será contigo Manuel y puedes empezar por ver la viga en el ojo propio y ya me entiendes ...

    ResponderEliminar
  4. Solo me supero en el desastre y en cuanto a lo de cambiar una bombilla con lo de la pequeña ayuda en la cocina ...

    ResponderEliminar
  5. Si quisieras , J.L. podrías arreglarlo todo y yo te perdonaría todo lo que pasó ...

    ResponderEliminar
  6. Ya que todos cambiamos y que hoy no somos como ayer , esforzemonos porque ese cambio sea a mejor .

    ResponderEliminar
  7. Había un señor muy bajito y acomplejado, se despertaba por las noches con sudores fríos, pensando en que nadie le iba a querer por su tamaño.
    Un día puso un anuncio en un periódico, señalando sus cualidades más destacadas, sobre todo la cocina. ¡era un gran cocinero!.
    Una señora contestó su anuncio y quedaron en en centro de la ciudad.Preparó con esmero su traje y se acicaló.
    Cuando entró, la reconoció enseguida, por la flor roja en su ojal, como habían acordado.
    La vió tan alta que no se atrevió a decirle nada.
    Esperá que la señora cansada de esperar, se marchara.
    Desde entonces mata su tiempo haciendo bacalao al pil-pil y sentándose en un banco del parque, mirando de reojo a las mujeres y preguntándose si a alguna de ellas le gustaría disfrutar de un buen entrecot a media altura...

    ResponderEliminar
  8. Despues de leer algunas reflexiones de éste blog, se que tengo que replantearme mi vida.

    ResponderEliminar